Un pasaje de la capital, entre las calles de La Beneficencia y San Mateo, recuerda desde este viernes a Tony Leblanc, actor madrileño que «ayudó a reír y a olvidar las preocupaciones de varias generaciones» con películas como ‘El día de los enamorados’, ‘Los tramposos’ o ‘Historias de la televisión’.
Esta iniciativa, que fue aprobada por unanimidad en la Junta Municipal del distrito Centro, comenzó hace un año en redes sociales. El actor y humorista Santiago Segura compartió una recogida de firmas en change.org para pedir al Ayuntamiento una calle que recordara a Leblanc.
«Gracias a tu mensaje, Santiago, hemos hecho posible este reconocimiento a una figura carismática. Es una buena forma de honrar a este artista», ha recordado la delegada de Cultura, Turismo y Deportes, Andrea Levy en la presentación.
Al hilo, Segura ha aseverado que Leblanc era la persona «más castiza y el actor más completo» que amaba la ciudad. Por su parte, el presidente de la Asociación del Humorismo Español, Tony Antonio, ha prometido conseguir que coloquen una estatua en este pasaje, así como lo han hecho en Málaga con Chiquito de la Calzada.
UNA VIDA «LLENA DE PASAJES»
«Mi padre fue un gran maestro. Gracias al Consistorio hemos podido dar reconocimiento al recuerdo de mi padre. Su vida tiene más pasajes que la historia de El Quijote. Confío en que sea un punto de encuentro hospitalidad para los madrileños y los visitantes», ha agradecido su hijo, Tony Leblanc Jr.
Este homenaje llega cuando se cumplen cien años de su nacimiento. El hijo del actor ha recalcado que gracias al papel de muchos ciudadanos, que unieron firmas para solicitar una calle, «seguirá vivo su recuerdo». «Al igual que otros humoristas, nos ayudó a reír y a olvidar nuestras preocupaciones», ha asegurado.
Finalmente, el concejal presidente del distrito Centro y Salamanca, José Fernández, ha recalcado que el actor madrileño «hacía reír con sus sonrisa y sus diálogos» y que era «el mejor representante del cine español».
LEBLANC, ACTOR POPULAR DEL CINE Y LA TELEVISIÓN
Ignacio Fernández Sánchez nació en 1922, en el mismo Museo del Prado, donde su padre trabajó primero como vigilante nocturno, posteriormente como conserje. En Madrid desarrolló casi toda su carrera profesional, lo que le convirtió en «uno de los mejores embajadores del cine».
Su apellido artístico lo adoptó añadiendo el ‘Le’ al segundo apellido paterno, Blanc. Con él se convertiría en uno de los actores más populares del cine y de la pequeña pantalla, además de humorista, director, guionista e, incluso, compositor de pasodobles.
A lo largo de su carrera atesoró numerosos reconocimientos como los dos Goya (1993 y 1998), varias Medallas de Oro al Mérito en el Trabajo y en las Bellas Artes, además de la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo. Ahora deja su huella en el callejero de su ciudad.